HOMBRE Y UVAS UNIDOS HASTA LA MUERTE
Teniendo entonces el vino un carácter divino y humano, (interesante la palabra di-vino) es más comprensible lo que aquella feliz estudiantina de Guanajuato canta por los callejones, para cuando su existencia sobre la tierra llegue a su fin:
“Cuando yo me muera
tengo ya dispuesto que me han de enterrar
que me han de enterrar,
con una botella llena de un buen vino
y un racimo de uvas en el paladar
en el paladar”.
¿Y como llegó a ser que en el México Colonial se cantaban estas canciones?