En cuanto a la temperatura, mejor primero los de menor temperatura, que en este caso serán siempre los blancos o rosados antes que los tintos.
Los vinos blancos se toman fríos pues a esa temperatura incrementa la intensidad de su sabor y su aroma.
En cambio, en los tintos, esas cualidades destacan más al estar frescos, a temperatura ambiente.
Lo frío puede adormecer un poco la lengua y por ello la intensidad de un vino blanco regularmente no es tan alta como la de un tinto.
De alguna forma, las uvas de color claro, por ejemplo las verdes, resisten más las bajas temperaturas, por ejemplo en Alemania, y de ahí que se produzcan muchos vinos blancos en esa zona, y consecuentemente, su producto se recomienda beber frío. En la imagen se ven unas uvas riesling escarchadas de cristales de hielo.
En cambio, en una zona como España, cálida, arroja uvas obscuras, y su producto se bebe a temperatura ambiente.
No es una ley ni es un parámetro inalterable, pero es una guía.
Un dato interesante es respecto al "Eiswein" (vino helado en alemán) en donde las uvas para producirlo se exprimen congeladas. Incluso su comercialización aprovecha las temporadas frías para dominar el mercado.