lunes, mayo 31

EN UN INICIO

Podría decir que todo empezó en casa de mi Mamá, en la calle de Vid, en la colonia Nueva Santa María, donde la uva siempre estuvo como nombre de la calle, una que otra vez en nuestra mesa, e intermitentemente en la cena de Fin de Año.


Podría decir que todo empezó cuando se puso la planta de vid en el patio de la casa de mi Mamá, en donde antes jugabamos en los columpios, de donde ahora cuelga su planta.

Sin embargo, esto sería hablar de apenas unas décadas para acá.

Por ello, diré que las cosas tuvieron un inicio más antiguo. Un inico con sabor a unión.
Me gusta la similitud entre las palabras V I D y V I D A. Esto del vino me hace pensar una y otra vez en uniones. No sé si porque tienen letras en común V I N O y U N I O N, o por el tipo de ceremonias en donde sirve el vino como elixir para sellar rituales, o por esto y más.



No se si como facilitador de uniones, como catalizador, como procurador, como un líquido que interviene en los rituales de unidad.
Por ejemplo, una de estas uniones es cuando apenitas terminaba el gran Diluvio en el que se salvaron solo Noé, su familia y los animales que en su gran barca cupieron.
Esto está en la parte del Genesis de la Biblia, en el Antiguo Testamento. Y ahí ya aparece la primera Vid, el primero vino, y la primera borrachera.